viernes, 23 de diciembre de 2011

El cine venezolano bajo investigación

El número 13 de los Cuadernos de Investigación de la Cinemateca Nacional de Venezuela fue lanzado en junio de 2007 por la editorial Objeto visual bajo el título Lecturas y miradas del cine venezolano. Coordinado por Álvaro Martín Navarro, el texto ofrece un interesante panorama del cine contemporáneo en este país a partir de ocho ensayos que estudian obras y fenómenos particulares del trabajo cinematográfico regional y local. A través de filmografías personales y obras concretas se analizan temas que aluden a la contemporaneidad política y social del continente.

El libro inicia con “Una política sin sujeto, una práctica del silencio” de Sandra Pinardi, estudio a partir de la película Secuestro express (2005) que reconstruye la idea de la violencia desde una narración caótica. Un recorrido por el cine de Fina Torres propone “Mujeres arriba y al descubierto…” de Rafael Rondón Narváez donde discursa sobre la feminidad desde la óptica de la teoría del género en la obra fílmica de esta realizadora. Así, son analizados sus tres largometrajes de ficción: Oriana (1985), Mecánicas celestes (1994) y Las mujeres arriba (Woman on top). De igual modo, la fortuna crítica de otra filmografía aflora en el texto “Máscara, verdad y mentira en algunos ‘lugares’ del universo fílmico de Román Chalbaud”. En él, Sandra Cuesta examina la oposición que, desde el cine, puede ofrecer lo aparencial y lo real en varios hitos en la obra de este reconocido autor.

Dos películas se exploran a plenitud en los Cuadernos a partir de los textos “Maroa: arte y seducción” de Jonatan Alzuru Aponte y “Ficciones de delitos impunes: la razón populista como matriz discursiva de La boda” de Raquel Rivas Rojas. La cinta realizada por Thaelman Urguelles inspiró a la autora para analizar un contrapunto de la memoria oficial que denuncia, al tiempo, el regionalismo canónico del original literario de Rómulo Gallegos. Con una intención más sublime el texto que analiza el film Maroa (Solveig Hoogesteijin, 2005) está diseñado poéticamente y resalta el lirismo de la cinta. Así, logra vincular la poesía con otras manifestaciones del arte como la pintura y la música.

Desde una perspectiva sociológica más generalizada Xiomara Martínez con “Notas sobre ciudad, fronteras y tragedia en el cine venezolano. Ensayo de encuentros entre sociología y cinematografía” indaga sobre la marginalidad como eje conceptual de buena parte del discurso fílmico venezolano. Así plantea la autora: “en ningún otro sitio hay más vida que en el borde, en esa línea donde ocurre la acción, los encuentros con los otros. Y también en ningún otro sitio se exalta tan privilegiadamente el carácter trágico de lo humano como en sus situaciones de borde, esas donde el concepto de frontera marca simultáneamente el límite que no se debe traspasar pero que siempre, ineludible y fatalmente traspasamos.”

Por su parte, una visión urbana del cine se describe en “Mirada cinematográfica del paisaje caraqueño” de Nidia Tabarez que propone un recorrido histórico por la visualidad de la capital venezolana en la historia de su cine desde los años cincuenta hasta la pasada década. Igualmente, el crimen y la intemperancia como parte del discurso fílmico contemporáneo en Venezuela tiene su espacio de análisis, también, en “Gozo, placer y violencia en el cine venezolano de los 90” por Álvaro Martín Navarro al cierre de la publicación. Desde una panorámica de la producción finisecular el crítico investiga a la violencia como motor estético vital en varias producciones fílmicas de esta nación suramericana.

La Fundación Cinemateca Nacional, el Gobierno Bolivariano de Venezuela y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura colaboran en la extensión de esta propuesta que actualiza al lector y recopila información dispersa sobre los derroteros que ha seguido el cine venezolano en los últimos cincuenta años.
http://www.cinelatinoamericano.cult.cu/biblioteca/revtexto.aspx?cod=7&sec=6&num=1&id=1

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